
Casos de Éxito Emprendedor: Edgar Vicente
Iniciamos la temporada 2021 de B-Talks y sus Casos de Éxito Emprendedor con la participación de Edgar Vicente, co-founder de DiHola, una aplicación que permite intercambiar datos de dos personas con sólo un choque de smartphones y que fue adquirida por Social Labs en 2020.
En esta entrevista, realizada por Luis I. Cortes ejecutivo en Red Hat y socio de Bcombinator, Vicente nos cuenta su experiencia como joven emprendedor, cómo nació DiHola, el éxito de su equipo, el cambio de modelo de negocio y la venta de la empresa.
DiHola
DiHola fue fundada en 2017 por tres jóvenes universitarios, Edgar Vicente, Iván Fernández y Juan Sebastián Brito, con el fin de eliminar las tarjetas de visita en ámbitos profesionales y de networking, pero con el objetivo de englobar tanto la relación profesional como la personal.
“Con mis compañeros asistíamos a muchísimos eventos y vimos un problema que yo creo que alguien lo ha visto, pero no lo ejecutó bien y nosotros podríamos tener la solución”, dice Edgar. El hecho de entregar tarjetas personales y físicas en un mundo donde está todo digitalizado, les parecía una idea sin sentido.
A principios de 2018 comenzaron con un MVP para luego ir mejorando. En agosto de ese mismo año, ya habían creado un algoritmo propio que, mediante un software, permitía hacer intercambio de datos con sólo un “choque de móviles”.
Posteriormente, ingresaron a una aceleradora que los ayudó a dar un salto de calidad y una introducción al ecosistema emprendedor. Lograron levantar una ronda de 200 mil euros y en 6 meses empezaron a profesionalizar la empresa y a tener colaboradores.
Modelo de negocio
DiHola tenía un modelo B2C. El objetivo principal era generar el mayor volumen de usuarios posible. Luego, la facturación llegaría cuando se cobrara un fee mensual con una suscripción. Pero se encontraron con un problema. “Lo que vimos es que la gente gratuitamente la utilizaba, pero no había un market fit suficiente para monetizar. Preferían hacerlo de forma analógica. Escalábamos bien, pero no convertíamos a pago”.
En consecuencia, se propusieron ofrecer la misma solución dentro del mundo corporativo (B2B). La idea era digitalizar las tarjetas profesionales, enfocadas al mundo empresarial, para que los empleados de la corporación tuvieran esta tarjeta digital. “Empezamos a hacer pruebas, trabajando muy cerca de las empresas y ahí parecía que tenía sentido”.
Más adelante, en un evento en el que participaron en Turquía, conocieron al Head of Technologies de uno de los bancos más importantes de Pakistán. Esta persona les preguntó si su tecnología podría aplicarse para transferir dinero y lo hicieron. “Empezamos a aplicarla en la app del banco para que los usuarios de Pakistán pudieran intercambiar dinero simplemente chocando los móviles, como un proceso de verificación”, detalla.
En este proceso de integración, DiHola firmó un contrato “bastante interesante”, según Edgar. “Esto nos podría generar un ingreso y un modelo mucho más escalable que el que teníamos. Pero paralelamente seguíamos con las pruebas B2B”.
En ese momento, el equipo de DiHola entró un punto de indecisión. “El B2C no tiene sentido”, explica Edgar, y lo eliminaron del plan. “O hacemos B2B ofreciendo tarjetas digitales o somos un proveedor de tecnología de verificación de procesos con el móvil”, cuenta Vicente.
La Venta
Durante el proceso de indecisión apareció Social Labs, uno de sus inversores y empresa dedicada a ofrecer soluciones de digitalización a grandes corporaciones. Al ver que habían dejado de lado el B2C y empezaron a proveer tecnología, decidieron hacerles una oferta.
Edgar Vicente cuenta que nunca habían contemplado la opción de la venta. “La idea era seguir levantando rondas y vivir de un salario cada vez más alto”. Pero todo empezó a ser un poco más difuso cuando el B2C no funcionaba y tuvieron que cambiar de modelo.
“Escuchamos la oferta y valoramos que era suficiente para aceptarla y dejar de lado el nuevo modelo de proveer tecnología. Decidimos que valía más la pena y seguir con otra cosa”, dice Edgar.
Y admite: “Después de tres años, las fuerzas del equipo fundador era floja. Éramos cada vez más escépticos. Con 23 años creíamos que era una buena opción y lo hicimos”.
El proceso de la venta del activo duró tres meses. Empezó a finales de 2019 y se materializó a principios de marzo de 2020. “Fue muy rápido, había mucha confianza y buena comunicación”, dice Edgar. “Los intereses de cada uno eran muy claros, fue simplemente ajustar legalmente el intercambio”.
El éxito del equipo
“El equipo tomó un papel súper relevante. Primero ante las adversidades que tuvimos y la flexibilidad que tuvimos para adaptarnos a ellas. Nosotros éramos jóvenes, vivíamos con nuestros padres y podíamos permitirnos afrontar baches. Quizás otro emprendedor, en otras situaciones económicas y con una familia detrás, no lo hubiese podido soportar”, explica.
Edgar cuenta que el haber podido atravesar todos estos problemas, los hizo alargar el proyecto. “A primera o segunda de cambio, viendo el poco dinero que teníamos, lo hubiéramos dejado de lado. Pero no dejamos de intentarlo. Lo mejor que tuvimos fue la resiliencia”, acepta.
Por otro lado, a nivel talento, Vicente cuenta que tuvieron muchísima suerte. “Nos juntamos con un compañero, Juan Sebastián. Él tiene un talento innato para programar que yo nunca había visto antes. Todo el algoritmo, la app y la tecnología lo hizo él solo. Un chico de la UPC en tiempo récord, en menos de dos semanas. Sin su talento, no podríamos haber hecho esto”, exclama.
El día después
Previo a la cancelación del Mobile World Congress, el equipo de DiHola asistió a un evento el mismo día que había salido la noticia de Expansión. Todo el mundo los felicitaba. “Fue muy gratificante”, cuenta Edgar. “Son 3 horas de gloria pero luego cuando baja de esa sobredosis y se acaba el momento, vienen un montón de asuntos a resolver. A nivel legal, personal y profesional. Cortas con toda la rutina, empieza una nueva etapa. Es como tu primer día de trabajo nuevo”.
Si pudieras volver al pasado...
“Si pudiera volver al pasado me diría que me centre más en facturar que en levantar dinero. Siempre pienso en el tiempo que he perdido. Me afectaba a nivel personal. Cuando te responde un inversor que no le interesa, un meeting cancelado, un ticket que se cae”, confiesa.
“Hoy lo que le digo a los emprendedores, en medida que puedo dar consejos, es que se dediquen a facturar y cerrar clientes”, aconseja.